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Antes de responder a la pregunta del título, debemos recordar un “mantra” muy importante: la turbulencia no derriba un avión. Si bien la variación de la dirección y velocidad del viento —tanto durante las operaciones de despegue y aterrizaje como en vuelo de crucero— puede causar molestias a los pasajeros, tales sensaciones son completamente normales e incluso previstas y pensadas por los fabricantes de aeronaves durante la etapa de concepción de sus proyectos, todavía en los tableros de dibujo, mucho antes de que la aeronave se pusiera al servicio de las líneas aéreas, taxis aéreos u operadores privados.
Para comprender que la seguridad que brindan los aviones más pequeños es exactamente la misma que la que ofrecen los aviones grandes, también tendremos que entender cómo funciona la formación de pilotos. Los tripulantes técnicos encargados de guiarte a ti y a tu familia de forma segura, a través de vuelos vacíos ofrecidos por Flapper o incluso en vuelos contratados en exclusiva por ti, comienzan su formación en aeronaves ligeras monomotor, la mayoría de ellas con capacidad para sólo dos pilotos — un estudiante y un instructor. Estos aviones, aunque considerados peligrosos por quienes los ven volar o estacionar en los aeropuertos, caracterizan la base del entrenamiento de un piloto.
Los aviones de instrucción, como el Cessna 152 o el Cessna 172, se han convertido en verdaderas referencias de practicidad, confiabilidad y seguridad en las escuelas de aviación de todo el mundo: en Brasil o en varios países del continente asiático, incluso en lugares remotos, estos verdaderos “tanques de guerra” voladores forman profesionales altamente calificados. Solo el Cessna 172 tuvo más de 43,000 unidades producidas a lo largo de su historia, continuando en producción hasta el día de hoy y haciendo referencia al motor único como un éxito inequívoco de longevidad y robustez.
Asimismo, los pilotos están acostumbrados, desde su entrenamiento, a escenarios adversos durante sus vuelos, incluidas las turbulencias. Por ello, y siempre recibiendo una formación que oriente su mentalidad hacia la seguridad del vuelo, la tripulación técnica difícilmente pondrá en riesgo la aeronave, sus pasajeros y también su propia vida. Recordar esto es importante porque, aunque tu viaje sea incómodo por las condiciones climáticas, dentro de la cabina se trabaja en conjunto para que el viaje sea lo más placentero posible. Además, existe una búsqueda constante por parte de los pilotos para que las molestias sean las menores posibles. Tras un minucioso análisis meteorológico realizado antes del despegue, se elige la ruta de cada vuelo para ofrecer la mejor combinación de eficiencia, velocidad, comodidad y seguridad. Todo está pensado para cumplir fielmente con todas las limitaciones de vuelo de la aeronave.
Aeronaves Más Pequeñas
Los aviones más pequeños como el Pilatus PC-12 o incluso los jets comerciales ligeros son extremadamente versátiles. Debido a que son más livianos y tienen alas y fuselaje más pequeños, pueden llegar a lugares y operar en aeropuertos donde no operan grandes aviones comerciales. Esta versatilidad conlleva unas desventajas que no afectan a la seguridad del vuelo, pero acaban haciendo más susceptible a este tipo de aviones a sufrir turbulencias en algunas fases del vuelo.
El hecho de que los aviones más pequeños sean más susceptibles a las turbulencias es puramente físico. Una gran comparación es con los barcos y/o embarcaciones marítimas: una pequeña canoa, si se coloca en mar abierto junto a un gigantesco transatlántico, sufrirá mucho más el efecto de los vientos y las olas en relación a su “hermano” mayor. Las aeronaves también, como las embarcaciones marinas, se mueven en un fluido, en este caso, aire y agua, respectivamente. Y como el aire es un fluido, existe un movimiento constante e incesante con las más variadas actuaciones y cambios aerodinámicos en la aeronave, tales como cambios en la dirección y velocidad del viento, zonas de alta o baja presión, térmicas, entre otras. Todos estos fenómenos se deben a la constante igualación de la atmósfera, generando todo el movimiento del aire.
Al volar desde São Paulo (Aeropuerto Campo de Marte) a bordo de un Cessna Grand Caravan, notaremos la mayoría de estos efectos durante el viaje. Poco después de salir de São Paulo, debido a la necesidad de volar a altitudes más bajas, es natural que la primera fase del vuelo sea más turbulenta. Al sobrevolar una ciudad densamente poblada con mucho asfalto y hormigón, encargados de absorber y retener el calor, los efectos reflejados en la atmósfera se sienten rápidamente en la aeronave. Este fenómeno se conoce como turbulencia mecánica.
Una vez cumplidas las restricciones de altitud tras el despegue, y durante la fase de ascenso a altitud de crucero, las turbulencias provocadas por el sobrevuelo de la ciudad podrán ser sustituidas por turbulencias provocadas por las nubes, que será necesario superar y “perforar” hasta alcanzar la altitud final de vuelo. Si no hay nubes pesadas en esta fase del vuelo, la comodidad tiende a aumentar progresivamente. Estas son turbulencias convectivas.
La turbulencia orográfica, por ejemplo, se sentirá al sobrevolar regiones montañosas y es proporcionada por la oscilación de los vientos que, al soplar hacia las montañas, provocan una reacción en la atmósfera cercana a la región. A pesar de tantos nombres y fenómenos, es importante recordar: ¡la seguridad de los vuelos no se ve afectada en ningún momento!
Conclusión
Conociendo todos estos detalles, seguro que tu próximo viaje será aún más tranquilo. Por eso, a principios de año durante la temporada de verano o incluso en la reanudación de las actividades profesionales, cuenta con los servicios de Flapper para aumentar tu productividad o para “bajar las revoluciones” tras un 2021 repleto de actividades y compromisos. ¡A través de nuestro sitio web o nuestra aplicación para Android e IOS, tendrás a su disposición una gama completa de servicios que harán que tus experiencias sean aún más exclusivas y memorables!