Cambiar idioma: EN (Inglés) Português (Portugués, Brasil) Español
Quizá el principal factor de incomodidad o inseguridad a la hora de volar, sea para viajeros regulares o no, es enfrentarse a fuertes lluvias y condiciones meteorológicas adversas. Tormentas, falta de visibilidad, pista mojada… todo ello suele asustar a los pasajeros. Tanto en la aviación comercial como en la ejecutiva, la lluvia en sí plantea pocos problemas para mantener el avión en el aire, pero la precipitación es capaz de generar otro tipo de preocupaciones.
Uno de los más relevantes se relaciona con las condiciones de aterrizaje. Si la pista está mojada, algo común en las estaciones más lluviosas –entre noviembre y marzo en Brasil-, ¿el aterrizaje se convierte en un procedimiento peligroso? En términos generales, la respuesta es no. Pero para que el proceso se desarrolle de forma segura, sin poner en riesgo a pasajeros y tripulantes, se deben seguir una serie de controles, mediciones y protocolos.
Por ejemplo, depende de los inspectores del aeropuerto en la plataforma y la pista monitorear el nivel del agua en las pistas de aterrizaje. Para ello, especialistas se desplazan por la zona con equipos para realizar la medición. Si se identifica que el nivel de agua acumulada en el pavimento es mayor a 3 mm, la pista se define como “contaminada”, ya que representa un alto riesgo de que la aeronave gire, es decir, que el piloto pierda el control del avión y salga de los límites de la pista.
Según la Agencia Nacional de Aviación Civil (Anac), una pista también puede considerarse contaminada cuando el contaminante (agua, nieve, hielo, etc.), aunque en una porción inferior al 25% de la pista, está cubriendo un área relevante para la operación, como la zona de rotación y salida del suelo o el segmento de la pista donde la aeronave se encuentra a gran velocidad en el despegue, donde el efecto de arrastre es más relevante.
Por eso, al salir al campo, el especialista de aeródromo busca las zonas que parecen estar más afectadas y presta especial atención a algunos puntos relevantes, la zona de toma de contacto -donde aterrizará inicialmente la aeronave, en el primer tramo de la pasarela – es uno de ellos. Todo el recorrido, sin embargo, está rigurosamente controlado.
Los datos recopilados y procesados se envían a la torre de control, que transmitirá la información a las tripulaciones, asegurando que cada aterrizaje y despegue se realice con total seguridad. Incluso después de todo este trabajo, si algún piloto señala que la pista está resbaladiza, aunque no haya más de 3 mm de agua acumulada, se realiza un nuevo monitoreo, incluso con la ayuda del equipo de ingeniería del aeropuerto.
Recordando que la medición se realiza, por determinación de Anac, siempre que exista, al menos, lluvia moderada (con precipitación de intensidad igual o superior a 5,1 mm/h) o cuando exista reporte de pista resbaladiza por parte de los pilotos. La clasificación va desde “Seco”, pasando por “Húmedo” y “Mojada”, hasta “Contaminado”, cuando no se debe usar el pavimento.
¿Por Qué las Pistas Mojadas Pueden Ser Peligrosas?
El riesgo de aterrizar en un pavimento que tiene más de 3 mm de agua en su superficie es el aquaplaning o hidroplaneo. Este es un fenómeno ampliamente conocido por ser relativamente común en los automóviles y ocurre cuando esta lámina de agua interrumpe el contacto entre el neumático y el suelo. Como resultado, el conductor pierde el control de la dirección y no puede frenar. Para la aviación, la lógica es la misma.
Como se mencionó, solo una pequeña franja de agua puede ser suficiente para que el piloto pierda el control de la aeronave. Contrariamente a lo que se pueda imaginar, no es necesario que las vías estén inundadas para que exista el peligro.
Cuando ocurre, ni siquiera el sistema antiderrapante (antibloqueo) es capaz de solucionar la situación. Tan pronto como el avión entra en aquaplaning, el sistema detecta la caída de velocidad en las ruedas afectadas, liberando la presión de los frenos, pero la reanudación del giro regular de las ruedas solo se produce cuando abandonan la zona contaminada con agua (o nieve o hielo).
También hay otros dos tipos de aquaplaning. El que describimos anteriormente se llama dinámica. Viscoso, en cambio, se produce cuando hay presencia de polvo, restos de goma o aceite, aumentando la viscosidad de la pista y dificultando el contacto de las ruedas con la superficie. Por lo general, ocurre después de un período de lluvia reciente.
También existe el aquaplaning por inversión de caucho, también conocido como “vulcanización”. Ocurre cuando los frenos están bloqueados en una carretera húmeda o mojada. Así, la fricción entre el neumático que patina y la superficie genera calor y el vapor resultante hace que la goma se funda, separándola parcialmente de la pista.
Cómo Evitar Que La Pista Mojada se Convierta en un Peligro
Además de las labores de vigilancia mencionadas anteriormente, existen otras actuaciones que pueden aumentar los niveles de seguridad cuando hay lluvia y carreteras mojadas. El piloto puede, por ejemplo, acercarse al pavimento a la menor velocidad posible, con un toque firme para que se produzca un contacto directo entre los neumáticos y la pista. Un aterrizaje “suave” puede ser más arriesgado, ya que la fricción en el toque inicial es menor, lo que aumenta la posibilidad de hidroplaneo, y aumenta la necesidad de extender la pista para un frenado completo.
Retraer los flaps cuando el avión está completamente en tierra puede ayudar a un aterrizaje seguro. Esto se debe a que de esta manera se reducirá la sustentación hidrodinámica y todo el peso de la aeronave se dirigirá al tren de aterrizaje.
También se recomienda que el piloto suelte inmediatamente los frenos cuando se dé cuenta de que está en proceso de aquaplaning, tal como lo hacen los conductores en los automóviles. De esa forma, la pérdida de control será menor. Cuando el agarre se normaliza, los frenos se pueden usar nuevamente.
Por otro lado, es sumamente importante que los pilotos reciban toda la información sobre condiciones climáticas, visibilidad y pista para aterrizajes y despegues. Es decir, por ejemplo, que la pista está “resbaladiza y mojada”, según la Anac, es una información vaga, pues no detalla exactamente dónde está la contaminación. Con todos los datos disponibles, la tripulación podrá tomar las precauciones necesarias. No es de extrañar que la agencia proporcione un manual para el procedimiento.
Además, la Agencia considera importante que los operadores de aeródromos creen bases de datos con el historial de las mediciones de profundidad del agua: dónde están, cuáles son las dimensiones del charco, a qué profundidad, etc. Esta información puede orientar los procedimientos de mantenimiento del pavimento de la vía, ya que los charcos frecuentes pueden indicar defectos o pendiente insuficiente.
En general, cuanto menos probable sea la formación de láminas de agua, mejor será el mantenimiento de la pista de aterrizaje y despegue. Es decir, es necesario mantenerlo sin desniveles, depresiones o deformaciones que alteren sus pendientes transversales y longitudinales, además de mantener un sistema de drenaje en buen funcionamiento.
Vuela Seguro con Flapper
En resumen, podemos decir que, si se siguen todos los procedimientos al pie de la letra, volar bajo la lluvia y despegar o aterrizar en pistas mojadas es completamente seguro.
Y la mejor manera de asegurar que todo el servicio de tu viaje se realice con un nivel de excelencia es buscar a Flapper. Solo trabajamos con socios y tripulantes extremadamente preparados para enfrentar cualquier tipo de adversidad y con mucha experiencia en el campo.
Para obtener una cotización instantánea para tu próximo vuelo, visita nuestro sitio web o nuestra aplicación. Allí, es posible personalizar los lugares de embarque y desembarque, fechas, horarios y tipos de aeronaves. Si necesitas más información, comunícate con nuestro equipo a través del canal: